Por el equipo Slow Fashion Next.

Imagen de portada: Economía Circular, vía Economíacircular.org.

El siguiente artículo está escrito por Anna Brismar, fundadora de Green Strategy Sweden. Brismar trabaja como consultora de sostenibilidad dentro del área de moda y textil, con amplia experiencia en las áreas de agua, medio ambiente y desarrollo sostenible. También es miembro de AtKisson Group desde 2015.

En una entrevista a The Guardian a principios de 2015, el CEO de H&M Karl-Johan Persson, expresó que, si dejáramos de comprar cosas que no necesitamos, se produciría una catástrofe económica y social. Concretamente afirmó que:

“…Si nosotros (las personas) disminuyésemos un 10 o 20% de todo lo que no necesitamos, el resultado en el aspecto social y económico sería catastrófico, incluyendo la pérdida de una gran cantidad de empleos y la pobreza”. (The Guardian, 2015)

Una percepción común entre los economistas convencionales es que las economías del mundo, especialmente en las regiones en vías de desarrollo, dependen del continuo consumo y la producción de materiales para mantener las sociedades y sus mercados vivos y creciendo. De esta manera, en lugar de disminuir la producción y el consumo de bienes, el CEO Karl-Johan Persson pone su esperanza en la innovación: “Así que el desafío es hacerlo de una manera en la que todavía se puede tener el crecimiento económico y la creación de empleos, mientras se encuentran las innovaciones que puedan limitar el daño al medio ambiente”. La mayor oportunidad, continúa, radica en la economía circular, la cual permite a las empresas alejarse del sistema lineal de producción, uso y desecho. Aquí es donde entran las inversiones de H&M de esquemas globales de recuperación y reciclaje de textiles, que son partes importantes de la ecuación.

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Diferencias entre Economía Lineal y Economía Circular. Foto de Blogosfera Ambiental.

Indudablemente, la economía circular está trayendo una oleada de innovaciones muy necesarias, nuevos modos de producción y nuevos patrones de consumo, incluyendo esquemas de recuperación y reciclaje de materiales. Sin embargo, en una sociedad circular, el consumo depende principalmente de la prestación de servicios y no de bienes. Producir más bienes materiales no es la respuesta principal dada por la economía circular, sino todo lo contrario. En su lugar, la economía circular aboga por el uso cuidadoso, recursos eficaces, uso prolongado y repetido de los productos existentes en el mercado. Esto se articula en el siguiente informe publicado por la Fundación Ellen MacArthur (2013):

“Esta economía se basa en unos pocos principios sencillos. En primer lugar, una economía circular pretende “diseñar” los residuos. Los residuos no existen, ya que los productos están diseñados y optimizados para un ciclo de desmontaje y reutilización. Estos ajustados componentes y ciclos de producto definen la economía circular y la diferencian de la eliminación e incluso del reciclaje, donde se pierden grandes cantidades de energía y mano de obra” – “Cuanto más ajustado sea el círculo, es decir, cuanto menos un producto deba ser cambiado para su reutilización, renovación y re-manufactura, y más rápido se vuelva a usar, mayor será el ahorro en material, trabajo, energía y capital incorporado en el producto y en la mochila asociada de externalidades, como las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG), el agua o la toxicidad” (Fundación Ellen MacArthur, 2013, p.8).

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Flujos de materiales y energías de un modelo económico circular. Foto de Fundación Ellen MacArthur.

En otras palabras, los productos se diseñarán y fabricarán para una alta durabilidad, longevidad y funcionalidad, así como para un fácil mantenimiento, reparación y re-manufactura, con el fin de permitir el máximo aprovechamiento y reutilización en la sociedad –siendo la última etapa el reciclado del material, antes del compostaje o la incineración. La economía circular depende, por lo tanto, de colaboraciones intersectoriales y de asociaciones de empresa a empresa para permitir una logística eficaz para el alquiler, la segunda mano, la reparación, la re-manufacturación y otras formas de alargar la vida de los servicios. La provisión del servicio es una parte central de la economía circular, como se expresa en las siguientes frases:

“A diferencia de la economía actual de compra y consumo, los productos duraderos se alquilan o se comparten siempre que es posible. Si se venden, existen incentivos o acuerdos para garantizar la devolución y, posteriormente, la reutilización del producto o de sus componentes y materiales al final de su periodo de uso primario”. (Fundación Ellen MacArthur, 2013, p.8)

En otras palabras, una característica clave de una economía circular es el diseño de productos duraderos que puedan ser reutilizados y “compartidos” por muchos usuarios, como lo ilustran los círculos internos (ver Figura 1). Las innovaciones en el campo del reciclaje de textiles son tan sólo un aspecto a lo largo de un rango de innovaciones y nuevas estrategias que serán necesarias para desarrollar una industria de la moda más circular. Por otro lado, del rango se encuentran las prácticas de diseño y procesos de producción que permiten un uso más extenso de materiales biodegradables, sustancias no tóxicas, energías renovables, así como el uso eficaz del agua y otros recursos, preferiblemente en circuitos cerrados. En una industria circular de la moda, el reciclaje de tejidos pertenece a la última etapa del ciclo de vida de una prenda, como lo ilustra el círculo exterior (ver Figura 1).

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Figura 1. Ilustración que muestra cómo los productos, componentes y materiales deberían circular en una sociedad. Foto de Green Strategy, 2016.

Durante las últimas décadas, muchos científicos han argumentado que si seguimos comprando cosas que no necesitamos, se producirá un desastre ambiental global. Este es un reconocimiento fundamental sobre el cual reside la noción de una economía circular. Ya hemos visto demasiadas evidencias de lo que nuestra sociedad predominantemente lineal lleva a: derretir capas de hielo, patrones climáticos más dramáticos, aire congestionado en las ciudades, ríos contaminados, lagos empobrecidos, desechos plásticos en el océano, especies extinguidas y un largo etc.

Las consecuencias ambientales de nuestro sistema de “tomar, hacer, disponer” no sólo tendrán consecuencias perjudiciales para las personas y las sociedades que viven en las áreas afectadas o cerca de ellas, sino también para las personas, sociedades y empresas que viven de estos recursos, incluyendo consumidores y empresas de moda de Europa y Norte América. Producir más de lo mismo y luego reciclar el material no es la mejor respuesta, ya que requerirá de la misma energía, mano de obra, agua y capital para mantener tales procesos y la logística circundante (incluso si los procesos operan en sistemas cerrados). En cambio, necesitamos administrar cuidadosamente todos los recursos naturales y humanos que tenemos en la Tierra. Las empresas basadas en la producción y consumo de materiales no podrán crecer indefinidamente sin un alto costo para la humanidad. Como señaló el profesor Johan Rockström y un equipo internacional de 28 científicos en 2009, existen límites planetarios al crecimiento:

“El crecimiento exponencial de las actividades humanas está generando la preocupación de que una mayor presión sobre el Sistema Tierra podría desestabilizar los sistemas biofísicos críticos y desencadenar cambios ambientales abruptos o irreversibles que serían perjudiciales, o incluso catastróficos, para el bienestar humano. Este es un profundo dilema porque el paradigma predominante del desarrollo social y económico permanece en gran parte ajeno al riesgo de desastres ambientales inducidos por el hombre de escalas continentales a planetarias…” – “Los límites planetarios definen como los límites del “campo de juego planetario” para la humanidad si queremos estar seguros de evitar los grandes cambios ambientales inducidos por el hombre a escala global”. (Rockström et al, 2009).

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Límites Planetarios, por Rockström et al.

En conclusión, la ambición de limitar nuestro daño ambiental no será suficiente para evitar las actividades ambientales catastróficas. Nuestras industrias necesitan cambiar drásticamente el modelo de negocio predominante de “tomar, hacer, disponer”. Tenemos que pasar de la fabricación de productos lo suficientemente buenos en grandes cantidades con un volumen de ventas rápido que se vende y, esperemos, se recicle, a crear productos duraderos en volúmenes a demanda de lo que se cuida, que se utiliza durante largos periodos de tiempo, compartidos por muchos usuarios, con componentes reciclados para nuevos usos, y siendo el reciclaje de materiales la última opción antes del compostaje o la incineración. Esto podría resumir la lógica básica sobre la que deberían descansar las futuras inversiones.

Fuente del artículo: AtKisson.

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