Por Laura Martínez Hortal, colaboradora de Slow Fashion Next y Directora de la Revista Gansos Salvajes.

Imagen de portada: Marcela Castro

El principal instrumento que usa la industria de la moda para vender sus prendas es la belleza femenina. Sabemos que no es igual vender una prenda en una percha que llevada por una mujer grácil que sabe moverse con soltura y estilo. Pero a fuerza de usar este recurso, y quizá de la intención de algunos, ha adquirido una complejidad que requiere cierto análisis para comprender.

El gran interés que despiertan las grandes marcas, y la visibilidad masiva que tiene todo lo que hacen, ha convertido con el tiempo el uso de este recurso de venta en una venta de modelo de mujer en sí misma.  De hecho antes las modelos se denominaban maniquíes o figurines, y con el tiempo se cambió el nombre a “modelo”.  Esto ya lo dice todo. Las modelos marcan una tendencia, nos explican qué es belleza y nos indican cuál es la pauta a seguir.

No parece demasiado peligroso. Al fin y al cabo, lo que interesa es la ropa. Pero no, a medida que han pasado los años las top models han ido tomando protagonismo. En los 80 comienza el salto de las pasarelas a la vida pública, a las revistas del corazón y a las pantallas de cine y televisión. Al tiempo que las modelos van pasando de ser un instrumento de venta neutro a un “modelo a seguir tanto físico como en estilo de vida glamouroso” va aumentando la preocupación por la delgadez, la obsesión por la perfección, la venta masiva de productos de cosmética, la proliferación de las clínicas de cirujía estética, y aparecen nuevas enfermedades como la bulimia y la anorexia.

También evoluciona la conciencia del autocuidado, cosa que me parece muy positiva, pero hay una delgada línea que la separa del autoodio.

Muchas mujeres medimos nuestra autoestima según nuestro peso o la forma en que nuestro rostro encaja en el cannon impuesto y aceptado socialmente.

¡Pero, todas somos mujeres inteligentes! Sabemos que somos más que nuestra talla. Ya no somos adolescentes…Qué pasa? Por muy formada e informada que estés, todas deseamos en alguna medida encajar, parecernos a la modelo…Queremos ser aceptadas y ser vistas. Un deseo primario de toda persona y una necesidad infantil que en pocas ocasiones está resuelta.

El hecho de que un vientre que sobresale, una nariz aguileña, un pecho de la talla 130, unos dientes torcidos o una cara arrugada y sin maquillaje no tenga un reflejo en los medios lleva intrínseco una falta de reconocimiento social ante la diversidad de cuerpos, edades, formas y tallas. Lo que no se muestra no se reconoce como correcto, no debe existir, no es adecuado…

Pero vuelvo a la misma pregunta ¿acaso somos tontas las mujeres? ¿Por qué pasamos por el aro? ¿Por qué decidimos por propia voluntad invertir tanto dinero, energía, tiempo y salud en ser lo que no somos?

La respuesta, hasta donde yo sé, la tiene nuestro inconsciente.

Se conoce el gran poder de las imágenes repetidas sobre nuestra mente inconsciente y también se sabe que esta parte de nuestro cerebro (la mayor parte) determina nuestras acciones, a veces en contra de nuestra parte consciente.

Es realmente simple, se trata de un mecanismo de supervivencia. Todas las imágenes que captan nuestros ojos, que funcionan como receptores, igual que una cámara, no son filtradas pon nuestra parte racional. Sólo seleccionamos para tener conciencia de ellas una pequeña parte según nuestros intereses del momento. Pero el cerebro lo guarda todo dentro, está en archivo. Los mecanismos de supervivencia nos apegan a lo conocido, lo desconocido es peligroso. Desde que nacemos debemos empaparnos de nuestra cultura para adaptarnos a ella y sobrevivir. Imitamos lo que vemos. Es un mecanismo de aprendizaje, todo lo que se repite muchas veces en ese archivo es bueno, es válido y forma parte de la cultura en la que vivimos.

De esta forma tan sencilla llegamos a creer que lo bueno, lo aceptable e incluso la única forma de dignidad, pasa por ser guapa según el estándar.

También hay buenas noticias:

  1. Nuestro cerebro es plástico. Nada está perdido. Podemos reinventarnos. Usar el silencio para sacar ruido que vino del exterior, para conocernos y querernos tal y como somos.
  2. Tenemos el poder de desarrollar nuestra conciencia para que nuestra parte inconsciente sea nuestra aliada por medio de la intuición y no un caballo desbocado del que debemos ir a lomos.
  3. Somos creadores y difusores de imágenes. Todos estamos generando y difundiendo continuamente. Y si tienes una marca de moda, no olvides tratar el cuerpo de la mujer con el respeto que merece porque ahora ya sabes que tienes un gran poder y una gran responsabilidad (como spiderman). Y quizá recibas agradecimiento de vuelta.

Como directora de una revista para mujeres lo tengo clarísimo. En Gansos Salvajes Magazine hacemos nuestras editoriales de moda sostenible con mujeres de tallas, edades y tipos de cuerpos variados como modelos. 

Creamos escenas que empoderen, fotografiamos a las mujeres en actitudes positivas, realizando acciones y disfrutando de estar juntas. Porque sabemos que es una influencia positiva. Mi deseo es que las niñas de hoy puedan ampliar el estándar único y puedan ver que existe la belleza fuera del cannon. Quizá una nueva generación de mujeres no dedique tanta energía a parecerse a lo que no es y decida encontrar y poner al servicio del mundo lo que es. Deseamos que nuestras imágenes impresas circulen por lugares visibles en muchas casas de mujeres y puedan verse reflejadas en su dignidad.

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