Por  Nicola Cerantola Fundador de Ecologing

Hoy hablamos de economía ¡Oh my god! ¡No! … Sí, keep calm and escuchen.

Es necesario hacerlo, algún día teníamos que llegar a ella, no nos gusta mucho, ya lo sé, sobre todo tal como está el percal, hoy en día.

Pero, sí tenemos que hacerlo, porque sin economía no hay sostenibilidad. La economía no es el problema, es qué se hace con la economía que no está bien. Cómo hemos llegado a este punto, qué está cambiando y hacia dónde vamos es clave para entender lo que nos espera.

Desde el comienzo del despegue cultural, ya como homo sapiens, hace unos 200.000 años, la especie humana ha estado construyendo herramientas, hilando y confeccionando tejidos, intercambiando y compartiendo recursos, creando religiones y aspectos sociales cuya herencia sigue en nuestras sociedades modernas.

Evolucionábamos gradualmente, las tecnologías, las sociedades y los países, tenían su altibajos, pero seguían desarrollándose imparables.

Hasta que el descubrimiento de “cómo” aprovechar de la energía fósil, es decir la liberación de energía del sol condensada (en forma de carbón, petróleo, gas y más últimamente isotopos nucleares y las energía renovables) cambió nuestra historia para siempre. Por la primera vez realizar trabajo, cultivar, desplazarse, manufacturar, cortar, hilar…con un ritmo que no se había podido ver nunca jamás, una potencia superior a la humana, reducía el tiempo, reducía la fatiga, cumplía lo impensable. Salimos de un estilo de vida slow, hacia el futuro, la modernidad.

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Este optimismo, que se convirtió en soberbia, en desafío, que encajó perfectamente en los modelos económicos propuestos por los economistas clásicos del final del siglo 18 han resistido hasta hoy, aunque las grietas, cada día más grandes, están a la vista de todos.

La economía actual, basada en un modelo de capital económico, por encima y más allá de los límites del capital natural no tiene futuro. El modelo linear: extraer, producir, usar y tirar, tiene los días contados porque estamos llegando a varios topes físicos, desde los cuales no tendremos vuelta atrás. La energía, los recursos, el agua son limitados, ya nos son tan fáciles de conseguir. Las industrias tienen la impresión de ser ajenas al medio ambiente, pero dependen totalmente de él.

No hay posibilidad de llegar a un mundo sostenible si no empezamos a replantear el modelo económico, buscando y experimentando nuevas formas de producción, distribución y consumo. Nuevas maneras de generar valor verdadero, no de crear necesidades ficticias como se ha estado haciendo. No podemos ser sostenibles hoy en día, si no cambia el modelo, si no entramos en un post-capitalismo de algún tipo.

Una de las soluciones más interesantes del panorama actual, es del modelo bioinspirado llamado Economía Circular, basado en el concepto de cerrar el ciclo industrial y biológico, donde desaparece el concepto de residuo para convertirse en nutriente. Se basa, como hemos hablado en este blog anteriormente, en la teoría de la cuna a la cuna y en los metabolismos. Restituir lo que tomamos prestado del capital natural es la única solución.

La economía, junto con la educación y la cultura, son las claves para crear un impacto verdadero en el rediseño de nuestra sociedad. No podemos pensar que simplemente comprando un poco menos podamos solucionar algo, eso es sólo el comienzo de una transformación radical. Los costes de cultivo, producción, transporte y gestión de los residuos van a aumentar, por eso que acercar físicamente la industria al consumidor, mover menos mercancía y más conocimiento, circularizar las ciudades, son parte de una solución prometedora, una solución circular. Sin una cultura de consumo diferente, más responsable y unos mecanismos económicos virtuosos (como eliminar la necesidad de la obsolescencia programada) nunca podremos acercarnos a ese mundo integrado con el entorno en que hemos estado viviendo por miles de años.

Y si cerramos los ojos un instante, a lo mejor conseguimos ver ese futuro, en que podemos adquirir productos que nos aportan valor como una prenda de calidad, en nuestro barrio, donde artesanos trabajan con pasión en un entorno saludable, quizás cerca de sus familias, donde compartamos lo que usamos, donde una vez desgastado se pueda fácilmente super-ciclar o compostar…no es utopía, es el futuro ¡y ya está aquí!

Tenemos las tecnologías, la calidad de vida y el progreso necesario para llegar, basta cambiar nuestra manera de intercambiar valor, de generar economía ¡Hacer economía de la buena!

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Imagen: Flickr

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