Todas las empresas, incluso las más pequeñas, tienen la obligación de hacer su contabilidad financiera. Hay que mantener los libros para registrar todas las transacciones financieras, reportarlo al gobierno y los inversionistas, pago de impuestos… Sin embargo, cuando se trata de capital natural – agua, energía, suelo, aire, biodiversidad – casi no hay sistemas estandarizados para medirlo, tenerlo en cuenta, y cuantificar el valor del mismo.
Mientras que algunas compañías internalizan los impactos negativos sobre el medio ambiente mediante la inversión en medidas cautelares (por ejemplo, la instalación de una planta de purificación), muchas otras compañías producen los llamados “costos externalizados”. Las empresas no pagan por las medidas preventivas, sino que externalizan los costos al producir impactos negativos sobre el medio ambiente. Contaminan el agua, destruyen la fertilidad del suelo, influyen en la salud de los niños y los costes de la atención médica que requerirán, el público, las comunidades, o en las generaciones futuras. En tal sistema, los productos más sostenibles son a menudo más caros y los clientes pagan por la internalización de los costos negativos. Cuando los costos no se internalizan, ni las empresas ni los clientes pagan por ellos, pero sí pagan el público en general, las comunidades afectadas, o las generaciones futuras.
La Coalición de Capital Natural, una plataforma global que reúne a diferentes iniciativas y organizaciones, está trabajando actualmente en el desarrollo de uno marco normalizado para medir y valorar las repercusiones y dependencias directas e indirectas en el capital natural de los negocios. El Protocolo de Capital Natural (PNC) tiene como objetivo permitir a las empresas valorar y representar el capital natural de una manera tan sistemática como lo hacen para el capital financiero. La fase de prueba piloto del Protocolo comenzó en la primavera de 2015 y las dos primeras guías sectoriales desarrolladas actualmente son para la “Alimentación y bebidas” y la industria “Textil”.
Nosotros desde INTERLOOM y en colaboración con Organic Cotton Colours, somos Empresas comprometidas con la Coalición de Capital Natural para poner a prueba el protocolo y hacer un primer proyecto piloto sobre la contabilidad del capital natural. Esto nos llevó al noreste de Brasil, donde se cultiva el algodón orgánico de Organic Cotton Colours, y a España, donde se hila el algodón; después hasta Portugal donde se teje en bellas telas y finalmente se fabrica en prendas. Queremos comprobar nuestra dependencia e impacto sobre el capital natural en cada una de estas etapas de producción y haremos públicos los resultados. Esto nos ayuda a mejorar nuestras actividades día a día y nos permite ver cómo se producen los productos y qué impactos tienen y tomar una decisión informada.
Hasta que las etiquetas de productos muestren el “precio real” de un producto, hay todavía un largo camino por recorrer. Y quizás sea incluso una tarea casi imposible. Pero, sin embargo, es muy posible que la mayoría estemos de acuerdo en que debemos empezar a tomar en cuenta nuestros impactos sobre el capital natural.
Existe el dicho “Lo que se mide, existe”. Así que tal vez medir desde la Coalición de Capital Natural nos puede ayudar a dejar de malgastar nuestros recursos naturales, para usarlos dentro de los límites naturales, y tal vez incluso hacerlos un poco mejor cada día. Imagina un mundo en el que el agua que sale de una empresa está más limpia que el agua que entra en ella. Donde la biodiversidad y la fertilidad del suelo se incrementan más que disminuyen a través de las actividades de una empresa. Donde no destruimos nuestro invalorable capital natural, sino que vamos a crecer junto a él para nosotros y las generaciones futuras.
Sophia Opperskalski es la fundadora de INTERLOOM y muy pronto será profesora en Slow Fashion Next dentro de nuestros cursos expertos de Tejidos, Procesos y Certificaciones.
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